
5:45 AM, me despierto, miro por la ventana y me asomo; cielo raso, no hay viento y 5 grados de temperatura ¡Perfecto!.
Comienzo a prepararme sin hacer ruido y a las 6:00 AM a la calle a calentar.
10 minutos de trote cochinero más algún ejercicio de técnica de carrera hacen que esté preparado así que comienzo a correr por el barrio.
No veo a nadie por ningún lado, algún coche se dirige al trabajo y varios camiones se disponen a repartir sus productos.
Me alejo poco a poco de las luces de la ciudad y me adentro por el camino con dirección al pantano de la Grajera. A mi alrededor silencio y cada vez más oscuridad. Mis ojos se van adaptando, oigo mi respiración, los pasos contra el suelo y dejo la mente en blanco, solo corro.
Tras llegar al pantano que tantas veces visito bebo agua y media vuelta. Voy apretando el paso, las luces de la ciudad llegan a cegarme por momentos pero no me importa, sigo disfrutando dando zancadas.
Vuelvo al barrio y continuo corriendo por él; mis pasos se aceleran y voy jugando con cambios de ritmo notando como mi respiración se acentúa.
Llego a la hora y quince minutos, termino con una cuesta en sprint y a casa a desayunar.
Nada más abrir la puerta oigo la risa de mi hijo que se acaba de despertar ¿hay algún recibimiento mejor?.
Me ducho, desayuno y al trabajo con una sonrisa en la cara.
ME GUSTA CORRER